El arte como resistencia ante el dolor y el olvido

A sus 41 años Maurizio Cortez puede contar otra historia, esa que decidió construir hace 13 cuando cuadra a cuadra en el barrio Belencito de la Comuna 13 de Medellín se dio a la tarea de convocar a niños y jóvenes para que aprendieran a dibujar, así nació Culturizzarte la Corporación liderada por este artista que, pese a las adversidades dice que el arte es una religión sin infierno y que sí dedicas la vida a esa religión es posible vivir de ella.

Sueños de paz es una obra que hace parte del proyecto Artpu, representa un ave que carga un fusil desarmado.

La casa de Maurizio huele a oleos y vinilos, en cada rincón hay cuadros llenos de color, esculturas, grabados…son formas y memorias que han ido construyendo Maurizio y los más de 1800 niños y jóvenes que han pasado por la Corporación, muchos de ellos no han sobrevivido a esa absurda guerra de la ciudad pero cada obra narra su presencia, otros por el contrario son ahora profesionales; arquitectos, filósofos, artistas que siendo adultos siguen presentes en la Corporación guiando el camino de los que apenas empiezan.

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Cuando iniciaron con las clases de dibujo la gaseosa y la empanada eran la excusa perfecta para atraer a aquellos niños y jóvenes, así los recuerda Maurizio, pero fue más que gratificante ver cómo con el tiempo ya muchos iban por la formación.

En la zona había una carencia y era la de una escuela cultural, y la gente comenzó a apropiarse del espacio que fundó Maurizio, los vecinos regalaban mesas, sillas, escritorios y otros objetos para dotar a la escuela.

La casa de este artista se convirtió en museo, galería y escuela de arte, allí además de él, sus hijos y la madre de estos, vive Jhovan uno de esos chicos que desde los siete años escogió el camino del arte junto a Maurizio, y que por esos avatares de la vida luego de cumplir los 18 años encontró en la escuela no solo un refugio artístico, sino también familiar.

Antes de fundar Culturizzarte Maurizio había recibido varios cursos y ofrecía colaboración en espacios de arte junto a los artistas del momento, su objetivo aprender, así cuando ingresó a Bellas Artes en 2011 ya sabía lo necesario y al egresar cumplió su gran sueño.

«Salí con más herramientas, con mucha energía; el territorio nos brinda la mano de obra que son los pelaos, pero a la vez nosotros les brindamos a ellos otras alternativas, les ofertamos algo que en el territorio no hay y que no lo va a traer el Estado».

Ese proyecto es para Maurizio su obra maestra, una obra que ha debido enfrentar violencias y escasez de recursos.  Dice que los espacios culturales que sobreviven son por bolsillo propio, uno de los retos es mantenerlo porque siempre desaparecen.

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Fémina, obra de 2017 alude a la vulneración de los derechos de la mujer.

«El arte sin duda alguna es un motor de transformación intelectual, genera reflexión, pensamiento, algo más allá de la mera estética. Nos hemos colgado en arriendos los meses que usted quiera, seis o siete meses como don Ramón, hemos estado a puertas de que nos desalojen, pero aun así la vida conspira para que alguien llegue a hacer una donación, algo se da y maravillosamente hemos salido de esas afugias económicas, pero sí hemos estado por cerrar cantidad de veces».

Maurizio es un convencido que el arte es el motor de transformación actual, por lo que pese a las afugias económicas la autogestión y el autosostenimiento se han vuelto parte del trabajo de la Corporación, más aún en tiempos de pandemia donde Culturizzarte ha sobrevivido con alianzas y pequeños proyectos. La gente se une y ayuda con el financiamiento, también llegan donaciones de obras que se ponen a la venta y que les permiten seguir funcionando.

Las épocas violentas de la Comuna también han puesto en jaque a Culturizzarte, pero Maurizio y los suyos han salido avante; en 2019 debió irse por las amenazas recibidas por la gestión cultural que adelantaba, pero la escuela nunca cerró, «era una doble angustia, la de estar por fuera y no tener para el sostenimiento de la casa. Los del grupo juvenil se turnaban para abrir las puertas y los espacios de formación», recuerda.

El arte de las oportunidades

El cuidado del ambiente y el arte se han convertido en ejes de trabajo de la Corporación, así crearon una serie de proyectos:

  • Smartgreen o inteligencia verde: donde identificaron espacios problemáticos en la Comuna en temas de basura; el grupo recoge, por ejemplo, inodoros que junto a la comunidad lavan y pintan para convertirlos luego en materas y hacer un diseño de paisaje en lugares que tras ser sembrados son cuidados por los mismos vecinos.
  • Artpu o arte para el pueblo: donde crean esculturas de la no violencia que representan la pacificación, el desarme físico y de palabras que se da en el territorio.

Al respecto, en las obras de Maurizio es común ver esculturas hechas a partir de alambre de púa que aluden a esas jaulas para los secuestrados que se hicieron tan comunes entre los grupos guerrilleros; obras que nacieron tras una experiencia que vivió el artista en 1998 en el Guaviare y Guainía.

«El alambre de púa me transversaliza y lo adapto como material de trabajo, entonces me puse a hacer esculturas e hice una serie de doce piezas que se llama Límite a los límites. Ya después saqué otra exposición llamada Catarsis, usando el color como sofisma distractor, y la abstracción de la forma como un elemento conceptual fuerte en el proceso».

  • Área musical de Culturizzarte: donde se dan clases de batería, guitarra, piano y técnica vocal. En este proyecto se han formado tres bandas de música de jóvenes entre los 18 y 20 años, la última de ellas es Kafetoz, banda que fusiona cumbia y rock y que por estos días graba su primer disco ya con diez canciones.
  • Talentozitoz: es el semillero para la formación artística de los niños.

El nombre del artista, así como el de la Corporación y los proyectos que allí se adelantan tienen como sello la Z, una letra artística que para Maurizio representa el culmen, el omega, la finalización quizás de cada una de esas obras que un día comenzó a plasmar.

Este artista se define como un polímata (individuo que posee diversos conocimientos en distintas disciplinas), pinta, tatúa, dibuja, escribe y esculpe; y es, precisamente, la memoria a partir de la escultura la que transversaliza la vida y obra de este hombre quien desde muy joven estuvo inmerso en dinámicas de violencia que marcaron su existencia.

Obra. Precinto. Foto: Cortesía.

                         

Obra: Metamorfo. Ambas obras tienen que ver con la transformación de la guerra al amor y viceversa. Foto: Cortesía.

«Nosotros no tuvimos alternativas, las alternativas que nos brindaron eran armas, droga y plata; aguantando hambre teníamos que aceptar casi que obligatoriamente, no es una excusa, pero sí, las dinámicas del territorio nos planteaban eso. Muchos no pudieron contar la historia porque la guerra se los llevó, pero la vida sí nos dio a nosotros una segunda, tercera y hasta cuarta oportunidad, y por eso devolvemos todo el conocimiento y todo lo que la vida nos ha dado», y son esas oportunidades las que está trasladando a cada uno de los miembros de esa Corporación que un día nació en las calles de su cuadra.

 

Obras que son memoria y resistencia

Maurizio dice que «el arte es una religión sin infierno, que produce demasiada gratificación. Además, los artistas subyacen como esos pequeños dioses creadores». Es esa posibilidad creadora la que le ha permitido trabajar con las artes del cuerpo combinando la memoria y la resistencia.

«Tengo un performance que se llama Soy Memoria y Resistencia y ese performance lo hemos hecho en muchas ciudades de Colombia, consiste en una camisa de alambre de púas, la cual yo me pongo y estoy ahí en una acción de la inacción, estoy ahí resistiendo hasta ocho horas […] haciendo referencia a esas dinámicas de las fronteras invisibles y hay una tela de 50 metros de diámetro la cual está siendo tejida por las víctimas en todas las ciudades donde hemos estado, Bogotá, Manizales, Pereira, Pasto y la gente está tejiendo dolor, sufrimiento…el teje lo que quiera y lo hago también todos los 28 de diciembre acá en Medellín, haciendo como una significación a la fecha, entonces yo hago una acción que se llama Mvida».

Performance Soy Memoria y Resistencia, intervención en Manizales. Foto: Cortesía.

Maurizio lidera esta acción simbólica donde se lleva la cifra de muertes violentas en la ciudad, por ejemplo, las 583 que se dieron en 2019 representadas en igual número de velas y flores.

Esa misma tela se llevó el pasado 5 de febrero como obra gráfica a La Escombrera en un polígono que está delimitado, «esa es la última obra que yo expongo, se llama Resonancias de la Montaña donde todas las voces que están impregnadas en el manto terrestre de esta tela van allá a dar un grito: a decir necesitamos que nos esclarezcan ese dolor que pasó en la Comuna y que sigan buscando y que no pase la historia».

Tras cuatro décadas de vida Maurizio se describe como un hiperactivo, disciplinado y apasionado por la vida, orgulloso, además, de haber superado las drogas y la violencia y de haber contribuido a la construcción de ciudad. Tiene claro que el arte es un maravilloso camino, por eso transita en muchas vidas diseminando conocimiento e inmortalizándose en otros.

Está en la labor de formar la Corporación Macor y darle proyección a su marca como artista plástico. A su vez, está pendiente de la publicación de su libro: ¿Cómo aprender a robar?, obra autobiográfica de superación personal y poesía, del cual ya tiene su primer ejemplar.

A pocos semestres de finalizar la Licenciatura en Artes en la Universidad de Antioquia, dice que el arte fue su gran bendición esa que le permitió darle un rumbo distinto a su vida y guiar a otros para que también lo hicieran.

«La época de la violencia me transversaliza, pero es necesario sacarlo, eclosionarlo, que el concepto de dolor se convierta en una obra que me sane a mí, pero que también pueda sanar a otros».