La caricatura de Iván Márquez

El Acuerdo de Paz al menos sirvió para poder separar lo que era la guerrilla pura, con su causa política, de los narcotraficantes netos, quienes ahora se hacen llamar «Disidencias de las FARC», pero que al final no son más que una cruel caricatura.

Por: Róbinson Úsuga Henao

 

En 2016 la plataforma Común Acuerdo creó la cartilla Bien Explicadito para hacer pedagogía sobre el Acuerdo de Paz entre el Gobierno Santos y las FARC. En Lluvia de Orión contribuimos al desarrollo de ese material pedagógico y en el capítulo de Reparación a las Víctimas dibujamos a Iván Márquez reconociendo que las FARC debían admitir y contribuir con la reparación de las víctimas.

Yo hice ese dibujo y desde el principio fue una de las caricaturas que mayor gracia causó entre los lectores de la cartilla. Se veía gracioso el temerario Iván Márquez, reconociendo con humildad las toneladas de errores cometidos por su guerrilla.

Común Acuerdo logró que esa cartilla llegara a decenas de ciudades y municipios de Colombia, y que fuera utilizada en talleres en colegios, universidades, juntas de acción comunal y otros espacios sociales donde intensamente se realizaba pedagogía sobre al Acuerdo de Paz, buscando derribar algunas mentiras que difundía el partido Centro Democrático, como que se le entregaría el país a las FARC y se les quitaría las pensiones a los adultos mayores jubilados para entregarles ese dinero a los desmovilizados de las FARC.

Es que en su cruzada contra la paz negociada, los militantes del Centro Democrático se inventaban de mala fe lo que les venía en gana cada día, sin ética ni escrúpulos, todo con el fin de que ganara el «No» en el Plebiscito por la Paz, ese mecanismo de refrendación que erróneamente creó Santos, con la idea de buscar legitimación ciudadana a un Acuerdo de Paz que había sido difícil de lograr.

Santos se equivocó porque en últimas su plebiscito solo serviría para darles oxígeno electoral a los encarnizados enemigos de la paz negociada.

Entre impresión e impresión, la cartilla superó el millón de ejemplares y viajó a lo largo y ancho del país, junto a otras estrategias pedagógicas, impresas y digitales, que se crearon a favor de la paz.

Como era de esperarse, algunos ejemplares también viajaron en avión hasta La Habana, en donde aún se reunían delegados del gobierno y de las FARC. De modo que uno de esos ejemplares cayó en las manos del propio Iván Márquez, a quien también le hizo gracia la cartilla. Verse caricaturizado allí, reconociendo la importancia de reparar a las víctimas, dibujó en su rostro una sonrisa.

Han pasado cuatro años desde la firma de ese Acuerdo y dos años largos desde que Iván Márquez defraudó los anhelos pacíficos en Colombia, cuando en abril de 2018 se escabulló de su esquema de seguridad y desapareció en el monte, junto a Jesús Santrich, alias El Paisa, alias Romaña y algunas decenas de guerrilleros que no se acomodaron a los tratos de la paz.

Es finales de septiembre de 2020 y el país vuelve a saber de Iván Márquez. Aparece en el primer plano de una fotografía, acompañado de El Paisa, Romaña y Santrich. Todos vestidos de camuflado y portando modernas y costosas armas, como si fueran niños estrenando juguetes. La imagen es caricaturesca. Y está acompañada de un comunicado que también tiene su dosis de comicidad. Allí dicen que Iván Duque debe abandonar la presidencia.

Entre sus razones, explican que a Duque «le quedó grande el más elevado cargo de la nación porque quiere generalizar el caos destruyendo el equilibrio de poderes al incurrir en desacato y cuestionamiento público a decisiones de la Corte Suprema de Justicia, porque quiere borrar a plomo las movilizaciones sociales que hoy estremecen al país, y porque Colombia no quiere la dictadura (sic)».

Lo gracioso del párrafo anterior es que estas disidencias de las FARC no reconocen ni al Estado ni a la Corte Suprema de Justicia, y mucho menos a la Jurisdicción Especial para la Paz donde al final no comparecieron. Supuestamente para eso estarían alzados en armas, para reemplazar el Estado actual por un modelo que sabrá ellos en qué consiste.

Solo que esas ideas revolucionarias ya están desgastadas y se trasnocharon después de medio siglo de confrontación. Para eso el Acuerdo de Paz. Para solucionar ese viejo inconformismo y saldar esa vieja disputa. Pero cierto resulta que celebrar un Acuerdo de Paz con unas guerrillas ya diezmadas en la guerra, como ocurrió con las FARC, resultó siendo más un acto humanitario y de búsqueda de la verdad hacia un grupo armado que nada la ha aportado al país, más allá del horror, el sufrimiento y el derramamiento de sangre que han generado.

Los guerrilleros sensatos, unos 13.023 (que representan la mayoría), han comprendido esto y por eso declinaron su lucha armada, se desmovilizaron según los términos del Acuerdo y se han adaptado a unos procesos de reinserción que bajo el Gobierno Duque han sido cada vez más difíciles e inciertos.

Pero quedan aquellos otros hombres y mujeres que, como Iván Márquez, se apartaron del proceso de paz y crearon una disidencia a la que también le llamaron FARC. Es decir: crearon una caricatura.

Según informes de inteligencia militar, esas disidencias hoy en día tendrían unos 4.600 integrantes. Pero al final siguen siendo lo mismo: una caricatura.

Es que hay que verlos. Estas FARC de caricatura que ahora están bajo el mando de Iván Márquez, El Paisa, Romaña y Santrich, unos hombres ya entrados en años, que se disfrazan de monte como jugando a los soldaditos, es una guerrilla sin ideas propias y sin causa sensata. Por eso no pueden ofrecerle al país más que una imagen lamentable, patética y caricaturesca de lo que fue su fracasada lucha armada. Son ahora como lunáticos que se quedaron con la mentalidad de los años sesenta, cuando estaba fresco el romanticismo de las revoluciones armadas en América Latina.

Eso explica que tras la aparición de la famosa foto con estos hombrecillos verdes posando como si fueran niños disfrazados en Halloween, muchos ciudadanos del común comentaran en las redes sociales que estas «nuevas guerrillas» no eran más que los viejos aliados del Centro Democrático. Una buena excusa para que ese partido de derechas inclementes nunca abandone el poder político en Colombia.

Según RAE, «caricatura» es un «dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien». En este caso, las Disidencias de las FARC se burlaron del Acuerdo de Paz que ellos mismos ayudaron a diseñar y deformaron la actividad política del Partido FARC al arrebatar y conservar su nombre. Fingen que son las FARC, pero que en la realidad no son más que la caricatura de una guerrilla que ya desmovilizó, y cuyo nombre roban para, al parecer, seguir en el monte de Colombia y Venezuela para cometer más delitos en el nombre del lucrativo negocio del narcotráfico.

El Acuerdo de Paz ha tenido sus dificultades, pero al menos sirvió para poder separar lo que era la guerrilla pura, con su causa política, de los narcotraficantes netos, quienes ahora se hacen llamar «Disidencias de las FARC», pero que al final no son más que una cruel caricatura.

Lo mismo sucede con Iván Márquez, su ilustre comandante: pasó muchos años posando de líder social y político al mando de una guerrilla revolucionaria, pero al final no era más que una caricatura de un líder que en el nombre de la paz de Colombia no pudo renunciar a las mieles del negocio del narcotráfico.