Más de 130 días repartiendo esperanza en la 13

Durante la cuarentena por el Covid-19, el Equipo Naranja de la Esperanza ha gestionado la entrega de más de siete mil mercados entre las familias más vulnerables de la comuna 13. En Lluvia de Orión hablamos con Willington Cano, creador y uno de los líderes de este proyecto.

Voluntarias repartiendo mercados en la Comuna 13. Foto: cortesía Equipo Naranja de la Esperanza.

Por: Laura García Giraldo

Durante los años 2001 y 2002 la Comuna 13 de Medellín estaba sufriendo una situación de guerra. En sus calles se enfrentaban grupos de milicias y paramilitares que se mataban por controlar el territorio. Decenas de familias abandonaron el sector para establecerse en lugares más tranquilos, mientras que otras familias fueron desplazadas de manera forzada.

La 13 era sinónimo de muerte y las personas del resto de la ciudad no querían visitarla.

La historia cambió con los años. La Operación Orión, ordenada por Álvaro Uribe Vélez, generó una pacificación por la vía armada y una paramilitarización del territorio.

Gracias a importantes inversiones que posteriormente hicieron las alcaldías municipales en infraestructura para el espacio público, la cultura y la movilidad, como colegios y bibliotecas, parques públicos y las escaleras eléctricas en el sector La Independencia, a menudo se habla de la Comuna 13 como territorio de resistencia, de arte e innovación.

Eso atrajo también el turismo, y el lugar ahora figura como destino obligado para los extranjeros que visitan la ciudad de Medellín.

Willington Cano, habitante del barrio El Salado y líder en la Comuna 13, presenció ambos momentos históricos del territorio, y cuando se percató de lo que estaba sucediendo alrededor del mundo con el coronavirus, no dudó en actuar.

Ver en las noticias que países como Italia, España y China se doblegaban ante un virus era la alarma de que en Medellín pasaría lo mismo. A partir de ese momento, Cano aparece en las noticias del canal Tele Antioquia solicitando el cierre de las escalas eléctricas de la Comuna 13 (uno de los atractivos turísticos en este sector) porque los visitantes del exterior podían contagiarlos.

Willington comenta:

«Yo pensé, la infección no está en los estratos uno y dos, la infección la traen los viajeros. Se aproxima la hambruna»

Efectivamente, a los pocos días ya todos en Colombia estábamos bajo estrictas condiciones de cuarentena y el líder comunal no dejaba de pensar en ideas para apoyar la situación de las familias que perdieron sus trabajos y no tenían ni para comer. 

Cano es ex-futbolista y entrenador hace más de 12 años. En el 2008 creó el Club Deportivo Semillas de Vida y Paz. A lo largo de su trayectoria ha consolidado muchas amistades con empresarios, futbolistas y artistas, entonces por ahí empezó. Se contactó con una larga lista de conocidos y les planteó la situación trágica de muchas familias que atravesaban momentos de hambre y desesperación.

Las donaciones fueron llegando, cinco millones por un lado, siete millones por otro, así sucesivamente fue generando mayor recepción y más capacidad para comprar mercados, hasta que sintió que no iba a poder solo. «Me comuniqué con los líderes de la comuna, y finalmente se unieron James Zuluaga, líder y defensor de DDHH y Yolver Duarte, líder político. Así nació el Equipo Naranja de la Esperanza, que con los días creció hasta tener 35 voluntarios» apunta Willington. 

Willington Cano, líder de la Comuna 13 y creador del Equipo Naranja de la Esperanza. Foto: cortesía.

Cifras que marcan la diferencia

Más de 100 millones de pesos es la suma que Willington Cano y el Equipo Naranja han gestionado desde que empezó la crisis sanitaria por el coronavirus.

Gracias a entes privados, como la esposa de Juan Fernando Quintero (futbolista colombiano) y artistas musicales como Karol G, cientos de habitantes de la comuna 13 han sido testigos de unas manos que están dispuestas a ayudar. 

Además de alimentos en forma de bolsas de mercados cuyos precios varían entre los 35, 50 y 70 mil pesos, el Equipo Naranja ha traído energía para hogares sin electricidad, camas, camarotes, y en general facilitar recursos para mejorar la calidad de vida y generar espacios de igualdad. 

Pero la tarea no ha sido fácil. «Las dificultades están en el ente estatal, al cual apoyamos, como Daniel Quintero, quien no nos ha puesto atención y no ha hecho intervenciones. La petición que yo hago como líder, es que las altas esferas entiendan que este proyecto busca erradicar la hambruna, que nos escuchen porque el pueblo tiene hambre. Muchas dificultades se presentan por el desempleo y esto genera lógicamente hambre y el hambre genera desastres sociales. El día de mañana a las personas les tocará salir a robar para poder llevar el alimento a la mesa» dice Willington.

El Equipo Naranja de la Esperanza solicita el apoyo estatal en la caracterización de las familias que más están sufriendo y que no han recibido ningún apoyo de la ciudad de Medellín. Y así tener herramientas para que el Equipo continue con esta labor, quienes afirman conocer cómo evitar desastres en la Comuna 13. 

Cada cosecha tiene sus frutos 

La policía y administración local han sido fundamentales en la ejecución de los proyectos del Equipo Naranja. Una de las actividades que se realiza es la de llevar pan y chocolate a 150 niños de un sector diferente de la Comuna 13 cada día. Este proyecto se llama el Pan de la Esperanza. 

Paula Andrea Bermúdez, voluntaria en el Equipo Naranja y vicepresidenta de la Junta de Acción Comunal del barrio Eduardo Santos- sector Guadarrama, relata que las personas que han recibido estos mercados muestran mucho agradecimiento, puesto que se sienten olvidados por el Gobierno y la Alcaldía. 

«Estamos enfocados en llevar las ayudas a las periferias, donde realmente no hay fácil acceso, y que la Alcaldía termina olvidando. Nosotros hemos caminado por horas, subido muchas escalas para llegar hasta las invasiones. Son lugares que están tan mal, que no hay alcantarillado ni acueducto» menciona Bermúdez. 

Los niños de la periferia se alegran y agradecen, hay personas que han llorado, otros se persignan, porque hasta lo que hay en aquellos mercados son alimentos a los que normalmente tampoco tienen acceso.

Equipo Naranja de la Esperanza. Foto: cortesía.

El Equipo ha implementado otro proyecto que se llama las Terrazas de la Esperanza, donde se convocan diferentes artistas locales que dan conciertos desde las terrazas de la Comuna 13, como una forma de llevar arte a los habitantes para que liberen la tensión de la cuarentena. Hasta ahora se han presentado Rapza de Barrio y Johan Salas. 

Próximamente comienza una nueva gestión, que pretende vender comidas rápidas para generar recursos y comprar más mercados. El nombre, que no podría ser otro, será Comidas Rápidas de la Esperanza. 

Por otro lado, Willington Cano nos cuenta sobre el Club Deportivo Semillas de Vida y Paz ubicado en el barrio El Salado y cuya escuela tiene más de 450 estudiantes entre niños y jóvenes. «De este Club futbolístico han salido figuras como Dairon Mosquera (Club Independiente Santa Fe), Juan Fernando Asprilla (Leones FC), Kevin Alexander López que está en Portugal hace más de dos años (Valadares Gaia FC), y tres jugadores en el Deportivo Independiente Medellín en la Sub-20».

Todos estos exponentes del fútbol colombiano provienen de El Salado, uno de los 19 barrios que conforman la Comuna 13. Por la experiencia, antes como jugador y ahora como entrenador, Cano va observando las capacidades de cada joven, potenciando las habilidades y cuando los muestra, empresarios y técnicos se los van llevando. 

Generaciones atravesadas por la catarsis

El modelo del Equipo Naranja de la Esperanza es un caso atípico de éxito y líderes de las comunas 1, 6 y 8 han solicitado que se les explique cómo replicar la gestión en sus comunidades.

A la fecha, Willington Cano tiene 38 años y rememora nostálgico los días de la Operación Orión:

«En esa época tenía unos 19 o 20 años, los que nacimos y crecimos acá sabemos que se generó mucha represión y retroceso en la Comuna 13. Esa intervención fue dura porque el pueblo estaba en medio del combate y murió mucha gente inocente. Bala todo el día, toda la noche, helicópteros, muertos, heridos, todo eso deja una huella marcada en la historia de las generaciones más jóvenes y aquellas que vendrán. Pero nos hemos levantado de esa guerra, renacimos de las cenizas». 

Cano estuvo en medio del conflicto y hasta su padre recibió una bala perdida en la pierna. Le tocó enterrar amigos con los que se crió y la pérdida, como en toda guerra fue violenta y cruda. 

De cierta manera la Operación Orión se asemeja al Coronavirus, ambas han sido momentos críticos, donde vidas humanas se han perdido. Pero la historia afirma que así como la destrucción hace parte del caos, nuevas oportunidades aparecen para el cambio, aunque la cicatriz sea para siempre.