¡Échele más agua a la olla!

En Esfuerzos de Paz 1, las ollas que humean sobre el fuego de la leña se han convertido en la excusa perfecta para trabajar en comunidad y reavivar una apuesta política, pedagógica y de restitución de derechos clave como la alimentación. En tiempos de Covid, las ollas han devuelto la sonrisa a cientos de familias que agradecen por tener en sus mesas un plato de sopa caliente.

Foto: Juan Fernando Ospina.

«[…] Una porción del más humilde plato de lentejas es la clase magistral de lo que realmente es esencial, la comida nos humaniza cuando podemos asumirla colectivamente, cuando entendemos que nos hemos organizado como civilización para obtenerla».  

Clara Lucía Grisales.

Por: Mariluz Palacio Úsuga

La pandemia ha hecho que nos pensemos nuevas formas de solucionar nuestras necesidades, una de esas estrategias es la ollatón: una campaña de alimentación comunitaria gestada desde la Universidad de Antioquia y que cada domingo está dando de comer a unos 600 habitantes en el sector de Esfuerzos de Paz 1, Comuna 8 de Medellín.

A partir del trabajo previo hecho en la zona con el semillero Expedición Dignidad: La comida al centro del pensamiento, adscrito a la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, se tenía un contacto con los líderes del sector, esto facilitó y posibilitó que se llegará durante la crisis de Covid para ayudar.

Valentina Hernández Valencia, estudiante de Licenciatura en Ciencias Sociales, integrante del semillero y encargada de la logística de la ollatón, dice que: «sabíamos que por estas fechas estas zonas iban a tener las mayores necesidades, al no ser barrios legalizados que viven de la economía informal y a los que no llegan las ayudas estatales, agravan sus dificultades y condiciones; por supuesto, el impacto para ellos es distinto».

Al principio, a la comunidad llegaron mercados, pero no dieron abasto. Con la gestión hecha por el semillero se realizó una primera entrega de 50 kilos de leche y 50 kilos de panela, priorizando a las familias que tenían niños y adultos mayores. «Fue una primera acción de entregar un alimento básico, pero nos dimos cuenta que la situación va a estar más compleja. Son familias que si no trabajan un día no tienen que comer», dice Valentina.

Foto: Juan Fernando Ospina.

Así surge la ollatón como propuesta de Ana Soyla Rocero Mena, lideresa y una de las primeras habitantes del sector. En la campaña se entregan 6 ollas de 50 litros distribuidas por distintas zonas para alimentar a los habitantes de Esfuerzos de Paz 1 y lugares aledaños. Cada domingo llegan los ingredientes para hacer una sopa distinta; con fríjoles, sancocho, lentejas y sopa de mote, los centenares de familias han mitigado el hambre.

«Esto es muy bonito, es una campaña que se construyó con la gente, no es algo que nosotros llevamos en una condición de asistencialismo, con la intención de dar porque el otro lo necesita y porque está en una condición de carencia; no, reconocemos que el hambre está de por medio, que es necesario actuar», recalca Valentina.

En el año 2017 a partir de la convocatoria que hace la profesora Clara Lucía Grisales a estudiantes de los distintos programas de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, nace el semillero que, a su vez, pertenece al grupo de investigación Unipluriversidad. Según Valentina, el semillero busca «generar acción educativa a partir de la comida como un estructurante social».

La idea del semillero es puntual, llevar la cocina a la escuela para que a partir de talleres y estrategias se aborden mediante la comida contenidos de tipo histórico, geográfico, económico, matemático, químico, físico, de ciencias naturales y del cuidado del cuerpo.

Como lo menciona Valentina, «les permitimos develar esos relatos que la comida contiene, que más allá de naturalizarla, nos posibilita hacer preguntas a eso que está en la mesa que es la comida, y que está mucho más allá de los que nos nutre. Preguntarse qué hay detrás de esos ingredientes, de las semillas, quién las cosechó, la agroindustria; construir conocimiento desde la comida y, desde ahí, nos hemos propuesto establecer relaciones entre territorios, maestros y estudiantes».

Con esta apuesta educativa han llegado a territorios de la Comuna 8, corregimientos de Apartadó, Necoclí y Guarne; además han desarrollado talleres en el Centro de Innovación del Maestro MOVA. El objetivo es que docentes en ejercicio se piensen una manera distinta de llevar el conocimiento a las aulas, a través de la cotidianidad de la comida.

La sopa de la felicidad

Con la idea de compartir la comida en condiciones dignas donde sea posible, además, reforzar el tejido social se comenzaron a gestar las donaciones para la ollatón, con insumos entregados por estudiantes, profesores, amigos y familiares se ha logrado llenar las ollas.

Según Valentina, aunque no se puede negar que la entrega de mercados es una forma de solidaridad muy sincera, puede reforzar ideas de individualidad; entonces surge la propuesta de encontrarse en torno a la transformación de la comida, hombres y mujeres que se unen para pelar, picar, montar la olla en leña…

La premisa es que la solidaridad en medio de la situación no solo llegue en forma de mercados, la idea es cuidarse entre todos. Además, según Valentina el hecho de que se haga una sopa es intencionado, pues se busca que alcance para todos, la sopa que cada habitante lleva a su casa se puede multiplicar con otros ingredientes que se tengan en el hogar. «La sopa es el plato predilecto para las situaciones de crisis y es que permite fortalecer el tejido social cocinando juntos; a través de la sopa como comida plural podemos encontramos».

Foto: Juan Fernando Ospina.
Foto: Juan Fernando Ospina.

Respetando los protocolos de bioseguridad, al llevar las seis ollas hasta Esfuerzos de Paz 1, también se entregaron seis atomizadores con solución de hipoclorito, tapabocas, y cartillas con indicaciones para seguir adecuadamente las condiciones de asepsia y bioseguridad. «Ha sido un proceso muy pedagógico desde el lado del cuidado, porque sabemos que nos hacemos responsables directos del bienestar de estas personas y de la desinfección de los alimentos», recuerda Valentina.

La ollatón busca otorgarle al otro agencia de sí mismo, que sean los mismos habitantes los que propongan soluciones para su comunidad y su territorio. Que la misma gente diga que esto está pasando, para que se puedan construir redes que mantengan en el tiempo estas experiencias. «Que parta de la autonomía, que sea un proceso dignificador donde no tengamos que esperar a que el otro nos dé un plato de comida o un mercado, que se solucione de raíz».

De acuerdo a lo anterior, el semillero apoyó el proceso hasta el domingo 31 de mayo, y de ahora en adelante estará a cargo de la comunidad y la solidaridad de todos aquellos que deseen unirse a esta causa, en lo que tiene que ver con la logística y recolección de insumos.

La experiencia también está siendo replicada en otros lugares, y es que tras conocer la propuesta, un colectivo del barrio Villa Esperanza en el municipio de San Carlos están haciendo su propia ollatón a la que denominaron ¡Todos a la olla! Ante la ausencia estatal la olla popular.

Foto: Juan Fernando Ospina.

Finalmente, la olla se convirtió en la excusa para poner en marcha la acción educativa, pues entre los integrantes del semillero y los habitantes de Esfuerzos de Paz 1 que están cocinando, se creó un diálogo a través de cartas que posibilita contar las experiencias, narrar los tiempos, saber cómo se está viviendo en los barrios, en los territorios. «Estamos tejiendo esos puentes de comunicación para que el tejido social se fortalezca no solo al interior de la comunidad, sino también desde nuestro vínculo con ellos».

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