Museo de Antioquia: sobreviviendo a Pablo Escobar

Entre las décadas de los 80s y 90s la ciudad de Medellín vivió su época de mayor violencia. Calladamente el Museo de Antioquia sufría su propio drama. El tema es abordado por La Consentida, una exposición que Lluvia de Orión les invita a visitar.

Camilo Castaño, curador asistente del Museo de Antioquia.

Por: Róbinson Úsuga Henao*

 

El Edificio Mónaco, vivienda y fortaleza del extinto capo Pablo Escobar Gaviria, recibió un atentado terrorista en la madrugada el 13 de enero de 1988. En sus afueras parquearon un carro bomba con 80 kilos de dinamita que estremeció la edificación, rompió vidrios en cuatro manzanas a la redonda y dejó tres muertos y diez heridos. Ningún pariente del capo murió en la explosión, pero se daba inicio a esa sanguinaria guerra entre los carteles de droga de Cali y Medellín que tantos muertos produjo.

Treinta años después, ya muerto Pablo, ya exiliada su familia, el joven Juan Camilo Castaño Uribe ingresaba a hurtadillas a ese edificio abandonado para extraer puñados de arena y polvo, que recogió y juntó a lo largo de 2018 en una tarea de laboriosa hormiga.

Su plan: crear una obra artística hecha de arenilla, que se llamara Amnesia voluntaria y retratara algunas de las explosiones que produjo Pablo Escobar en la ciudad de Medellín. Para Juan Camilo, la sociedad local sigue idolatrando al capo y por momentos pareciera olvidar todos los daños que hizo. Los Narco tours, esos recorridos para enseñar a los turistas los lugares en los que Pablo tuvo alguna influencia… las camisetas, pocillos y souvenirs que se venden a lo largo y ancho de la ciudad… parecen querer ratificar una especie de orgullo paisa: Sí, esta es la ciudad del famoso capo, aquí creó sus ejércitos, aquí ostentó sus riquezas, aquí puso sus bombas… aquí produjo m-u-e-r-t-e  y  d-o-l-o-r.

«Amnesia voluntaria III», 2019, dibujo hecho con polvo recogido del interior del edificio Mónaco a partir de una foto del periódico el mundo de Medellín sobre el cubrimiento de los carros bomba.

Juan Camilo es un artista que se expresa a través del polvo de los lugares olvidados y esta vez empleó parte de las ruinas del Mónaco para dejar un mensaje… Un mensaje que podría ser como ¡No idolatremos más la cultura de la muerte!

 

El Museo: otra víctima

Juan Camilo tiene cierta obsesión con lo vivido y sufrido en Medellín durante las décadas de los ochenta y los noventa. Fueron las décadas en las que pasó su juventud temprana, y el año 1994 lo recuerda con una desdicha singular: fue el año en que asesinaron a su padre.

Cuando supo que el Edificio Mónaco sería derribado por la Alcaldía de Federico Gutiérrez, tuvo la idea de crear una exposición artística donde se contara la historia de otra víctima de la guerra del narcotráfico, una víctima que también era edificio, que era institución, que era arte y representaba la cultura: la historia del Museo de Antioquia durante la violencia de los años ochenta y noventa.

«Me interesó saber qué hizo y qué coleccionó el museo en esos momentos tan difíciles», dice Camilo.

Cree que los museos deben estar conectados con el presente y, tomando como referencia la implosión y posterior desaparición que haría la Alcaldía de Medellín con el edificio Mónaco, definió que la exposición partiera de esa fecha: 1988, cuando el Mónaco recibió el atentado con el carro bomba.

«El tema del Mónaco fue una excusa para hablar del Museo de Antioquia», explica. Y es que cuando explotó el carro afuera del Mónaco, pudo comprobarse que el edificio del capo Pablo Escobar albergaba gran cantidad de obras de reconocidos artistas nacionales e internacionales. «En contraste con el Museo de Antioquia que por la misma época recibía obras de artistas emergentes y comercialmente no tan famosos», explica Yuliana Quiceno, coordinadora de colecciones del Museo de Antioquia.

En la imagen: La pintura Muchacho en el sofá, del pintor Gustavo Alberto Taborda Sánchez, junto a la fotografía de un carro bomba, tomada por Donaldo Zuluaga y entonces publicada en el periódico El Mundo.

Es decir: mientras el narcotráfico era boyante y gozaba con buena salud financiera para adquirir arte, el museo era pobre y corría el riesgo de desaparecer. Era otra forma de evidenciarse la debilidad institucional ante el enorme poder del narcotráfico.

La historia se cuenta entonces desde la colección de objetos registrados entre 1988 y 1994, uno de los periodos más álgidos de violencia en la ciudad. Y lo que se encontró fue dramático: «las estadísticas de la gestión de colecciones fueron decayendo paulatinamente en este periodo, pasando de registrar 60 obras en 1988, a solo 11 objetos en 1994, tendiendo el menor índice en 1992 donde no hubo registros, para un total en este periodo de 116 adquisiciones entre obras y objetos históricos que entraron a formar parte de las colecciones», afirma Yuliana Quiceno.

Para María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia, «con ocasión de la demolición del edificio Mónaco en febrero de 2019, tomamos la decisión de comenzar una larga discusión sobre los efectos de lo narco en nuestra sociedad. Luego de diez meses de una agenda de conversaciones con diversos actores, presentamos esta curaduría que se planteó hace más de un año en donde quién habla es la misma Institución a partir de sus archivos, registros, dando cuenta en primera persona de la manera como la violencia afectó su cotidianidad. Lo que vivimos los ciudadanos, obviamente también le sucedió a las instituciones».

A continuación presentamos un resumen de lo impactos en el Museo de Antioquia en el lapso señalado:

1988

El carro–bomba contra el Edificio Mónaco en enero de este año, empezó la guerra entre carteles y se disparó la percepción de inseguridad en la ciudad. Durante este año el Museo enfrentó una difícil situación financiera. La falta de recursos llevó a plantear desesperadas alternativas de sostenimiento, como alquilar o vender algunas obras de la colección para pagar los sueldos de los pocos empleados con los que contaba la institución. La situación de seguridad que atravesaba la ciudad, y el asesinato de algunos profesores universitarios, llevó a la junta del Museo a tomar la decisión de no invitar académicos extranjeros con motivo de un curso de museografía planeado entre el Museo y la UPB.

1989

La lucha que libraron los narcotraficantes contra la figura de la extradición, los llevó a intentar someter al Estado por medio de la violencia.

1989 es recordado como unos de los años más violentos. Periodistas fueron secuestrados y asesinados, y atacadas con carros bomba algunas sedes de periódicos. Importantes políticos fueron asesinados, como el entonces gobernador de Antioquia, Antonio Roldán, y el candidato presidencial Luis Carlos Galán.

El Museo se mantuvo al margen del conflicto, sin embargo, la atmósfera de terror que podía sentirse en la ciudad no era ajena a empleados y miembros de la Junta, quienes proponen manifestarse públicamente repudiando el asesinato del Gobernador. Paradójicamente, este fue el año en que el ya tradicional Salón de Arte Joven tuvo mayor participación, pero el jurado decidió declarar el premio desierto por la falta de calidad de los trabajos recibidos.

1990

Las bombas contra la policía son cada vez más frecuentes, continúan los secuestros y asesinatos de miembros de la prensa. Se empieza a implementar la justicia sin rostro como medida para proteger a miembros de la rama judicial y al mismo tiempo surgen iniciativas como la creación de la Consejería Presidencial para Medellín con la que se buscaba combatir el sicariato mediante el restablecimiento del tejido social en los barrios más pobres.

En el Museo se vive una situación generalizada de falta de recursos suficientes para el funcionamiento de la institución, por lo que se habla de renuncias por parte del personal a causa de los bajos salarios.

1991

En este año se promulga la Constitución del 91, también llamada «la Constitución de los Derechos Humanos» por sus numerosas reformas tales como el reconocimiento de la diversidad étnica y cultural de la nación, así como la diversidad lingüística y religiosa, además de otorgar a la ciudadanía herramientas como la acción de tutela y el derecho de petición. Se prohibió la extradición de colombianos, lo que facilitó la entrega de reconocidos narcotraficantes. A pesar de este cambio, el 91 fue un año bastante violento con múltiples hechos que conmocionaron al país: como el asesinato del ministro de Justicia del gobierno de Virgilio Barco, Enrique Low Murtra, o el carro bomba en inmediaciones de la Plaza de Toros La Macarena de Medellín en donde murieron 22 personas.

Para ese año la situación financiera del Museo continuó siendo dramática, este hecho se reflejó en renuncias generales de personal por falta de pago de salarios llegando a niveles críticos como el reseñado en el acta N° 10 en donde el Museo solo cuenta con 6 empleados.

1992

Luego de la fuga del Jefe del Cartel de Medellín de la cárcel La Catedral, en Envigado, el 22 de julio de 1992, se creó un comando especial llamado Bloque de búsqueda, que conformado por el Ejército, el DAS y la Policía buscaba enfrentar dicha organización así como capturarlo.

Este hecho recrudeció la guerra urbana en Colombia con numerosos atentados, carros bombas y asesinatos.

Para el Museo la continua falta de recursos generó la cancelación de los actos conmemorativos del Quinto Centenario del descubrimiento de América así como la decisión de cancelar agenda expositiva con obras externas. Esta situación llevó al Museo a pensar en la venta de algún mobiliario así como a considerar la posibilidad de poner con la FLA un estanquillo para la venta de licores en el centro de la ciudad, tema que luego fue desestimado.

1993

Medellín continúa siendo escenario de guerra entre organismos gubernamentales y carteles del narcotráfico. La intervención de Estados Unidos y la creación de grupos de operaciones especiales empiezan a generar una sensación de control estatal. Al mismo tiempo, la aparición de grupos paramilitares que utilizaban las mismas técnicas de terror que los carteles generaba una atmósfera de incertidumbre entre la ciudadanía.

El cambio de dirección de la institución genera una revisión interna de los procesos del Museo, así como una revisión a la colección. Se realiza un inventario de obras tras más de 40 años sin hacerlo, encontrando 482 obras faltantes, por lo que se determina empezar a realizar un registro fotográfico de los bienes, así como un inventario anual para presentarse a la junta directiva. También se empiezan a buscar recursos y opciones para la reestructuración y ampliación de la sede del Museo.

1994

A pesar de la muerte del Jefe del Cartel de Medellín y la desaparición de muchos de sus miembros, la violencia en Colombia y en Medellín no despareció, el efecto fue la atomización del poder y las disputas del mismo en campos y ciudades. Empiezan a hacerse más fuertes las milicias populares.

Para el Museo el año de 1994 fue un año de cambio con nuevas exposiciones y programas entre los que sobresalieron una exposición en la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá de retratos de la colección así como cuatro exposiciones itinerantes de algunas obras de la colección a los barrios Castilla, Villa de Aburrá, La Floresta y Santo Domingo Savio a través de un contrato con la Alcaldía.

Pocas veces reflexionamos sobre el daño que le ha hecho a nuestro país el narcotráfico, y otras formas de violencia, a las instituciones relacionadas con la cultura. Por eso esta exposición es una buena oportunidad para adentrarnos en el testimonio de una importante organización cultural, que, pese a todo, se ha fortalecido.

En las siguientes imágenes pueden verse algunas de las obras adquiridas durante aquellos años de crisis institucional.

 

 

 

 

 

 

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*La nota se hizo con el apoyo de Camilo Castaño y el Museo de Antioquia, quienes facilitaron algunos textos de la exposición.