Por: Laura García Giraldo
La historia reciente de Latinoamérica está marcada por un aspecto: el de los ciudadanos reclamando sus derechos. Chile, Ecuador, Bolivia y ahora Colombia comparten objetivos políticos y económicos a través de las protestas y movilizaciones en los respectivos países. Desde años inmemorables se evidencia cómo las manifestaciones civiles pueden cambiar el rumbo de una sociedad, por ejemplo en 1773, un 17 de diciembre, se llevó a cabo “El Motín del té” en el puerto de Boston, USA, cuando 60 colonos tiraron por la borda 342 cajas de té provenientes de Inglaterra como un acto simbólico por las injusticias que vivían las colonias inglesas. Se podría considerar este momento uno de los que empujó la independencia norteamericana.
En Colombia las marchas han sido gestoras del cambio, como cuando un 6 de mayo de 1957 los estudiantes, los sindicatos, la industria y la iglesia iniciaron el paro nacional llamado Jornadas de mayo, en donde el pueblo se opuso a la reelección presidencial que el general Gustavo Rojas Pinilla planeaba. Días después, el 10 de mayo, Rojas Pinilla accedió a renunciar y designó un gobierno militar de transición.
Incluso discursos de campaña como el de Jorge Eliecer Gaitán, cuyas palabras parecen un susurro al presente, han repercutido en el rumbo de Colombia. En mayo de 1946, en el teatro municipal de Bogotá, Gaitán recitó su discurso como candidato del partido liberal para las elecciones presidenciales y entre esas frases quedó este párrafo para la historia:
“Nos sentimos muy orgullosos de esta vieja raza indígena, y odiamos estas oligarquías que nos ignoran, detestamos a esta gente que odia el pueblo y cree que a la raza colombiana se le pueden volver las espaldas y que el país político puede jugar con los dados de su actividad sobre la túnica de nuestro patriotismo”.
La realidad social y política del país atraviesa momentos paradójicos pues mientras en algunas regiones de Colombia asesinan a líderes indígenas y bombardean a menores de edad en campamentos de las disidencias de las Farc, la economía crece, y no por poco, el último informe trimestral presenta un crecimiento del PIB del 3,3%, el más alto en más de tres años.
¿Qué es una marcha y por qué marchamos este 21 de noviembre?
La protesta pacífica social es un derecho consignado en el artículo 37 de la constitución política de Colombia de 1991. La protesta es una forma de expresión que busca comunicarle al gobierno las inconformidades que tienen algunos grupos sociales o en este caso una Colombia generalizada, una Colombia de clase media que estudia, se entera y sale a las calles a reclamar sus derechos.
Entre las razones por las cuales se llevará a cabo esta marcha multitudinaria que es tendencia nacional en twitter como #21N, están las exigencias del pueblo por un salario mínimo justo que supla las necesidades básicas para llevar una vida digna; desde el ángulo de los estudiantes la lucha está relacionada con los acuerdos firmados por el gobierno en donde aprueban el presupuesto de las universidades públicas.
Además, se marchará en contra de la reforma laboral, idea propuesta por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) –gremio afín al gobierno– que planea reducir el salario mínimo para los jóvenes menores de 25 años a un 75%, sin embargo el presidente Duque ya rechazó la propuesta. Así mismo, los protestantes se oponen a la creación del holding financiero, propuesta consignada en el Plan de Desarrollo, donde básicamente el dinero que administra el Estado pasaría al mando de los grupos financieros. Es decir, una entidad como el Banco Agrario estaría sujeta al holding y podría suceder la extinción de muchos empleos.
El llamado “tarifazo” es otra propuesta del Plan de Desarrollo que no agrada mucho a la ciudadanía, donde se supone que los estratos 4, 5 y 6 paguen en un 35% más la tarifa de electricidad, con el motivo de beneficiar y subsidiar a Electricaribe. Por otro lado, el Gobierno ha planteado la venta del patrimonio público (pequeñas empresas como las Terminales de Transporte) de las que el Estado sea dueño en al menos 49%, lo que no le parece al movimiento social.
Que marchen, pero que no marchen
Los llamados al paro del #21N han recibido diferentes ataques desde el gobierno y el uribismo. Hay antecedentes como los heridos que dejaron las marchas estudiantiles tras enfrentamientos con el Esmad, sin embargo, una nueva especie “paramilitar” nace y se hace llamar #ResistenciaCivilAntidisturbios: un grupo liderado por Jaime Restrepo, alias El Patriota. El Gobierno ha dicho públicamente apoyar la protesta mientras esta sea pacífica, aunque personajes como Marta Lucía Ramírez, vicepresidenta de Colombia, ha vandalizado la marcha, lo que hace cuestionar el verdadero papel que está jugando el partido de gobierno de Duque.
“Muchos están llamando a la violencia, a salir a destruir nuestro país, ellos no quieren a Colombia, están engañando a los colombianos” es uno de los tweets que Marta Lucía ha publicado en su cuenta de Twitter, este en particular fue publicado el 10 de noviembre.
Por su parte, Jaime Restrepo, conocido como alias El Patriota, en Twitter ha expresado: “Lo dije y lo reitero es saliendo a las calles el #21DeNoviembre a defender nuestro patrimonio, no acobardándonos con campañas “NO AL PARO” cuando esto es un derecho civil, salgamos a defender nuestro país, esto debe ser un compromiso de todos contra el vandalismo”.
Además por medio de las redes sociales se ha viralizado un video del 12 de noviembre donde el grupo de la #ResistenciaCivilAntidisturbios se autoproclama y manifiesta acompañar a la fuerza pública como un actor sicológico de contención.
“Peligro y oportunidad”
El pasado 5 de Noviembre, se llevó a cabo el Congreso Desafíos de la Transición a una Nueva Civilización en la ciudad de Santiago de Chile. Gastón Soublette, filósofo chileno estuvo presente y leyó un manifiesto nombrado “peligro y oportunidad”, en donde habló sobre la crisis que atraviesa Chile. Soublette apunta que la palabra crisis en el idioma chino es la conjunción de dos palabras: peligro y oportunidad.
“Se infiere que las crisis son peligrosas pero necesarias. Bien enfrentadas nos hacen crecer. Cabe preguntarse, si los chilenos con nuestra escasa cultura humanística, ¿estaremos a la altura de la situación?”, menciona Gastón en su manifiesto.
En el caso colombiano vale la pena preguntarse lo mismo: si la crisis ha llevado a reclamar ciertos derechos y a estar en contra de la implementación de algunas propuestas de gobierno, ¿estará Colombia a la altura de la situación?