Crónicas para antes de dormir: reescribiendo la historia de la 13

17 años después, los habitantes de la comuna 13 no son los mismos. Unos se han mantenido en el territorio, otros migraron y volvieron. Lluvia de Orión se fue a las calles a hablar con diferentes personajes del barrio “La independencia I” que a través del emprendimiento y la cultura han logrado reescribir su historia en una de las zonas más afectadas por la violencia en Medellín. 

Por: Laura García Giraldo

Hoy les traemos la primera crónica de este especial sobre la Operación Orión, que en redes sociales como twitter ha tenido relevancia en octubre de cada año con el hashtag #OriónNuncaMás, una tendencia que clama por la no repetición de este plan militar.

 

Balada para evitar una bala

La bala estalló en una ventana y gracias a un borrador quedó viva. Minutos atrás Ángela Avendaño le había prestado un borrador a su compañera, y cuando esta se lo devolvía cayó en el suelo haciendo que Ángela tuviese que agacharse y por suerte evitar el impacto de una bala que atravesó el aula de clases en el colegio La Independencia. Esto sucedió 17 años atrás, en 2002, época en que el presidente de turno, Álvaro Uribe Vélez, implementó la política de seguridad democrática. Esta medida gubernamental proponía fortalecer la presencia militar y de seguridad en el territorio, y la participación ciudadana para combatir grupos al margen de la ley como las guerrillas (FARC y ELN).

Ángela Avendaño y su primo Xavier Murillo en las escalas del restaurante Lalo 13.

En el 2002 Ángela Avendaño cursaba el último año de secundaria y junto con sus compañeros experimentó el fuego cruzado de bandas criminales. “En mayo se volvió a hacer un intento por erradicar las bandas, la cual llamaron operación Mariscal, sin embargo no tuvo el resultado deseado” dice Avendaño. La operación Mariscal se realizó el 21 de Mayo de 2002 y duró 12 horas y media en la Comuna 13. Pero no fue la primera, entre febrero y octubre 12 operaciones militares se llevaron a cabo en el territorio.

La Mariscal, según la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, dejó nueve personas muertas y más de 37 heridos. 

“En esa época uno no podía salir. Estaba en la calle y cuando menos pensaba le caía el muerto a uno. Si la balacera empezaba ahí mismo nos debíamos meter a cualquier casa con la puerta abierta. Muchos amigos y amigas desaparecieron, a personas inocentes las asesinaron. Hubo casos en donde el mismo Estado pasó a civiles como guerrilleros, fue el caso de dos conocidas que desaparecieron y las marcaron como guerrilleras, ellas eran madre e hija y uno como las conocía sabía que ellas no andaban en nada raro” explica Ángela. 

El Estado abusó, y hasta los mismos medios de comunicación se aprovecharon para reproducir noticias amarillistas y fuera de contexto. Avendaño recuerda que más de una vez vio cómo el mismo Ejército o la Policía les ponían armas a civiles inocentes. 

 

Octubre sangriento

Xavier Murillo, primo de crianza de Ángela Avendaño, tiene 27 años y al cumplir un año lo trajeron a vivir al barrio La Independencia I desde Condoto, Chocó. Recuerda que de pequeño, a eso de los diez años, sucedió la Operación Orión.

“Son pocos recuerdos. La gente siempre estaba asustada y tengo ese diálogo en mi memoria que siempre se repite: Pa´ dentro, debajo de la cama, escondánse” menciona Xavier. 

Entre el 16 y 17 de octubre de 2002, se llevó a cabo esta operación militar liderada por la Policía Nacional, el Ejército, la Fuerza Aérea y en complot -ilegalmente- con el grupo paramilitar Bloque Cacique Nutibara para acabar con la presencia de milicias urbanas de las guerrillas.

Según la Corporación Jurídica Libertad, el saldo de heridos fue de 80 personas, 370 detenciones, 12 personas torturadas, 17 asesinados por la fuerza pública, 71 homicidios por parte de los paramilitares y 92 desapariciones forzadas. 

Del total de desaparecidos, Xavier Murillo cuenta que su tío Jaír Aguilar es una de las decenas de víctimas que siguen bajo el anonimato e impunidad, de hecho, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano por las detenciones ilegales. Por otra parte, el Grupo de Memoria Histórica declara que las operaciones llevadas a cabo en la comuna 13 en 2002 hicieron evidente “una nueva modalidad de conflicto en el país: la urbanización de la guerra”, donde el desplazamiento intraurbano fue el más alto, con 1200 desplazados. 

 

Transformando la Comuna 13

Diciembre de 2011 fue el mes en que una semilla de esperanza germinó en La Independencia I. La inauguración de las escaleras eléctricas en la Comuna 13 fue el inicio de una transformación para el barrio. 10 mil millones de pesos invirtió la alcaldía de Alonso Salazar y desde entonces el lugar que alguna vez fue noticia en los canales nacionales para anunciar homicidios a diestra y siniestra se convirtió en exponente de desarrollo. Para algunos fue un regalo que reemplaza 350 escalones de cemento y de las que se benefician centenares de familias, para Ángela Avendaño se trata de una justa indemnización. 

La Independencia I hace parte de un grupo barrial llamado Las independencias, son tres y en todas ellas el artista de grafitis John A. Serna, más conocido como “Chota”, ha creado una identidad para la Comuna 13, los grafitis son símbolo de una sociedad que busca recuperarse a través de las expresiones artísticas. Una nueva cara de Medellín se ofrece a los turistas nacionales e internacionales quienes ven a la Comuna 13 como un paso obligatorio cuando visitan la ciudad.

El llamado “Grafiti tour” es bastante apetecido y desde entonces esto ha activado la economía local de la 13.

Graffiti pintado por Chota en la pared de una casa del barrio La Independencia I.

Lalo 13 es el restaurante del Juan Manuel, mejor amigo amigo de Xavier Murillo, y donde también labora junto con su prima Ángela Avendaño. Leidy o Lalo, como le dicen de cariño es la madre de Juan Manuel y en honor a ella pusieron el nombre del restaurante. Además porque ella creó el menú, gracias a su increíble sazón hace un año y medio Lalo 13 abrió sus puertas. “De este negocio se sostienen 6 personas, y ahora sólo estamos trabajando diariamente Ángela y yo porque Leidy está en Panamá y Juan Manuel se accidentó en la moto y está incapacitado. Yo apenas llegué hace un año a trabajar acá y lo que hice principalmente fue mejorar el menú, ya que soy chef profesional” comenta Murillo.

El restaurante maneja diferentes precios, tanto para los locales como para los extranjeros, y cuando dicen extranjeros se refieren a todas las personas que no vivan en la Comuna 13. La venta es solo de almuerzos pero si alguien viene buscando un desayuno también se le hace. Un menú del día para el extranjero está costando 10.000 pesos, el vegetariano 12.000 y la famosa bandeja paisa vale 15.000.

“Para agosto la gente no cabía. Fueron más de 80.000 personas las que visitaron la comuna y de todas partes del mundo, especialmente Estados Unidos y México. Aunque también se puede decir que ya existe cierta segmentación, por ejemplo en febrero viene mucho panameño, en abril los asiáticos y en julio muchos franceses” dice Avendaño.  

Cantantes como Juanes, Maluma, Yandel y Andy Rivera han optado por usar como locación las calles grafiteadas de la Comuna 13 en sus videos musicales, de esta manera se ha vuelto un lugar de referencia a nivel internacional. Otro evento como el MTB Downhill Challenge se celebró en diciembre de 2018, donde se construyó la pista de downhill urbana más larga del mundo y lo que hizo a Medellín acreedora de un Record Guiness.

Para Murillo “es lo más espectacular que se ha hecho acá. Lo organizaron unos norteamericanos y holandeses, patrocinados por GoPro”.

Xavier ha tenido que aprender a hablar inglés y es que cada día se enfrenta a la realidad de una comuna que se volvió lugar turístico. “Esto mantiene lleno de extranjeros y yo no es que hable mucho inglés pero todo el menú que ofrezco me lo sé” dice Murillo. Por su parte, Ángela opina que la información que se ofrece en los tours debería ser más cuidadosa, pues la historia que se está contando no es real. Algunos de los comensales de Lalo 13 han dicho, petrificados, que no pueden creer que las cabezas de los muertos eran usadas como balones para jugar o que algunas las ponían en estacas o que las enviaban a las madres en ollas.

“Eso no pasó y la historia de acá la deberíamos estar contando quienes la vivimos. Queremos que la gente escuche lo sucedido pero que vean cómo esto se ha transformado, mucha gente estudió y muchos salimos adelante” pronuncia Ángela.