Por: Redacción Lluvia de Orión
Desde que empezó su campaña presidencial, Iván Duque expresó la que sería la gran apuesta económica de su gobierno:
bajarle los impuestos a las empresas para que estas generen crecimiento económico (y empleen más personas).
Antes de cumplir seis meses en el mandato presentó ante el Congreso su reforma tributaria, la polémica Ley de Financiamiento que tumbó la Corte Constitucional y que el Gobierno quiere revivir antes de que acabe 2019. Esta norma le ha permitido a las empresas disminuir sus impuestos en lo referente al IVA, el impuesto de renta, y en sus inversiones en bienes de capital, así mismo, la economía naranja, es decir, las llamadas industrias creativas, tienen una exención de impuestos por siete años.
En total, la Ley de Financiamiento otorga beneficios por más de 20 billones de pesos a las empresas. Aquí empieza el primer problema. Colombia necesitaba tapar un hueco en el presupuesto de 15 billones y entregó beneficios por más de 20.
La reforma tributaria en vez de subsanar el déficit histórico en materia de presupuesto, creó un hueco nuevo que ya se empieza a sentir.
Pero el principal problema es que la generosa lista de beneficios que el Gobierno le regaló a las empresas no están produciendo más empleo ni oportunidades. Y como si fuera poco el entorno económico del país se enreda por cuenta de un dólar caro, un complicado entorno económico global y una reducción en las exportaciones del país.
Desempleo
El principal problema que tiene el país en materia de crecimiento económico es el desempleo. Según el informe del Departamento Nacional de Estadística (DANE), en agosto se registraron 562.000 empleos menos que en el mismo período de 2018. La cifra de personas ocupadas es de 22,1 millones. La tasa de desempleo que registra el país en este momento es del 10, 8%.
Lo anterior constituye un preocupante panorama, teniendo en cuenta que entre 2012 y 2018, el desempleo no registró más del 10 %, lo que era motivo de orgullo para el anterior gobierno.
En este gobierno, en cambio, la tasa de desempleo lleva 7 meses con más de dos dígitos.
Según las cifras oficiales, distintos sectores económicos presentaron reducciones. “La disminución de la población ocupada está asociada principalmente al comportamiento del sector de Industria manufacturera al presentar una reducción de la población ocupada de 288 mil personas y contribuir con -1,3 puntos porcentuales a la variación total; seguido de Agricultura, pesca, ganadería, caza y silvicultura (-281 mil personas)”, afirmó el documento expedido por el DANE.

Petróleo y extractivismo
El aumento del desempleo tiene raíz en algo mucho más estructural que la Ley de Financiamiento. Colombia cayó desde los 90s en una moda adictiva y destructiva: la exportación de carbón y petróleo. Estos dos bienes encabezan el listados de productos de exportación de Colombia, seguidos del café, el banano, el oro y las flores. Este problema es la causa estructural del desempleo, pues la producción de oro, carbón y sobre todo petróleo, destruyen el aparato productivo del país, es decir, el sector industrial, manufacturero, y hasta la agricultura, que son los que más empleo generan. Las cifras del DANE confirman esta idea.
Además, el modelo de dependencia a la renta petrolera y el extractivismo no es sostenible: los precios pueden bajar estruendosamente de un momento para otro, son tarifas reguladas por el mercado internacional y las grandes potencias (Estados Unidos, China, la OPEP).
Aunque pocos lo crean, el país le apostó al mismo modelo económico que causó un descalabro en el continente por cuenta de la violenta caída del precio del barril de petróleo.
Los gobiernos Colombia, que han sido históricamente de derecha, se han vuelto adictos al mismo modelo de dependencia al extractivismo que llevó a Venezuela al fracaso.
Así lo confirma Mauricio Gómez, profesor de macroeconomía de la Universidad de Antioquia: “En gran medida exportamos productos minero energéticos, petróleo, carbón, níquel, ferroníquel. ¿Qué está pasando con los productos industriales, químicos, farmacéuticos y agropecuarios? Seguimos exportando los mismos bienes primarios. La industria es la que mejores empleos genera, empleos formales, a diferencia de los empleos del sector agropecuario, o del sector de comercio, minorista y hoteles, que tienden a ser empleos informales. La producción de la actividad industrial es adecuada porque participan en el PIB, pagan impuestos, se genera más valor agregado a la producción nacional y se generan empleos”.
También lo confirma el último informe de la Escuela Nacional Sindical, titulado Trabajo decente y los Tratados de Libre Comercio:
“Los sectores minero y petrolero están entre los que menos empleo generan. De 2011 a 2018 el promedio de personas ocupadas en el subsector de minas y canteras fue de 212.340, menos del 1% de todos los puestos de trabajo del país”.
Lo anterior no quiere decir que la solución al problema sea ofrecerle gabelas a las empresas. La Ley de Financiamiento solo genera acomulación en pocas manos. Las grandes corporaciones de Colombia tendrán que pagar menos al Estado, el dinero extra que les quedará se convertirá en dividendos y ganancias que no pasarán de los dueños y principales inversores.
Incluso, si el dinero se reinvierte de manera juiciosa para generar una mayor producción, ello no equivale a que las empresas generan más empleo y oportunidades para las personas.
La culpa es de los TLC
La dependencia de la economía nacional hacia productos como el petróleo afecta la industria por cuanto se desvían más recursos hacia el sector extractivista, y porque para el Estado estas rentas representan una manera fácil y rápida de atraer divisas. Esta situación se ve reforzada con una política económica que se ha implementado desde 1990, una política de apertura económica que debilitó por completo la producción nacional y puso a Colombia es desventaja al lado de países de gran poder económico.
Los tratados de libre comercio son la clara expresión de la fallida apertura.
Según Carmen Tangarife, investigadora de la Escuela Nacional Sindical, “nos vendieron la idea de que íbamos a crecer más, e íbamos a generar más empleo, pero por ejemplo en el tema de crecimiento, si miramos el producto interno bruto antes del TLC con Estados Unidos, nos encontramos con que era del 5% anual, ahora, desde 2012 al 2018, el promedio de crecimiento es del 3.2%”.
“Nos prometieron mayores empleos, pero mientras en el periodo 2005-2011 se generaron 2.971.000 nuevos empleos, en el periodo 2012-2018, es decir, con la vigencia del TLC, se generaron 1.761.000 empleos. Cerca de un 1.200.000 nuevos empleos que no se generaron en este último periodo. Sectores como la industria y la agricultura mermaron su participación en la generación de empleo”, complementa.