Por: María Restrepo L.
Viene la gente caminando, la han arrancado de su tierra, la han obligado a dejarla huérfana, a no asentar sus pasos, a no mojarla con su sudor, al silencio para que no escuche sus palabras; ahora su tierra es una tumba sin sol.
Viene la gente caminando cargando sus niños, enceres, animales, pero también sus ataúdes, como prueba de que los que van adentro y quienes los llevan no están muertos; ahora la muerte es una guerrera que amedrenta al agresor.
Viene la gente caminando y en sus miradas el horror, el miedo, el temor; su soledad son las nubes plomizas que invaden el cielo de la nación.
Viene nuestra gente caminando, la hemos dejado sola, pero hoy hemos hechizado nuestro abrazo en un vientre de madre, en un nido de ave, en refugio y albergue, mientras fortalece su clamor.